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domingo, 7 de noviembre de 2010

¿Qué es la Medicina y el ser Médico?

D
e buenas a primeras resulta sencillo responder a la interrogante ¿qué es la medicina y qué es ser médico? En palabras simples podríamos catalogar a la medicina como una profesión que se encarga de recuperar la salud, o bien, entregar mejoras en ella,  a individuos que padezcan alguna patología  o que necesitan de intervención  de personas con conocimiento para mantenerse sanos; y médico, como la persona responsable de ejecutar acciones de salud  en beneficio de quien lo necesite. Sin lugar a dudas, sería un definición bastante simplista, dada la complejidad, relevancia y data de la medicina y el médico.

Un buen modo de aproximarse a una idea o definición más completa, es tratar ambos aspectos por separado –a pesar de su evidente e inherente relación­– para luego darles una relación más profunda y clara.

Como tiende a hacer la mayoría de la población a la hora de querer conocer qué es algo, recurro a la RAE[1], que define medicina como “Ciencia y arte de precaver y curar las enfermedades del cuerpo humano”  En términos más detallados, considero interesante analizar la medicina desde el punto de vista del médico y ensayista mexicano Francisco Gonzáléz Crussí, con cuyas ideas manifestadas en su artículo “Que la Medicina no es ciencia” (González Crussí, 2010), concuerdo en buena medida.

Recurriendo nuevamente a la RAE, la ciencia se define como “conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales”, dejando de lado la subjetividad, el instinto, con el fin de otorgar y generar información lo más objetiva posible. Claramente la medicina no puede enmarcarse en su totalidad dentro de tal definición, sobre todo por lo último señalado. El fin principal de la medicina va más allá de generar información y conocimiento, debe aplicarlo, y de manera bastante rigurosa, con espacios mínimos para el error y consecuencias desfavorables, ya que, como es lógico, su campo de acción se circunscribe al cuerpo humano. La ciencia puede utilizar como método de investigación  el sencillo ensayo y error, sin más temor que perder parte de la inversión y unos cuantos cultivos de bacterias o líneas celulares mientras se investiga la acción de una proteína, o de algún compuesto químico sobre ellas. Por otra parte, sería digno de un film de terror, o una imagen bastante retrógrada el hecho que algún laboratorio o universidad investigase la acción de algún fármaco directamente sobre un ser humano, más allá que cuente con el consentimiento de este. No obstante, ambos aspectos señalados, ciencia y medicina, no son completamente ajenos. La última se apoya en la anterior para llevar a cabo sus objetivos. Previo al análisis en humanos, hay un exhaustivo proceso, protocolizado y normado por organismos de reconocido prestigio, como la FDA[2], que deben seguirse previo a el estudio en seres humanos –lo que constituiría a la ciencia propiamente tal– donde dadas las condiciones del paciente, como el estado de su patología, el tipo de medicina que existan a disposición, puede pensarse en administrarles tal o cual medicamento. De ello se deduce que la medicina posee, además de lo señalado, otro factor diferenciador de la ciencia, que es el aspecto humanitario. No es igual que pensar en un ratón, el cual, muchas veces ha sido concebido e incluso modificado para la investigación, en el caso de una persona hay una familia junto a ella, las que presentan sentimientos y depositan plena confianza en el médico para que sane a su ser querido, por lo que el profesional no puede aventurar un tratamiento no probado previamente, con la pretensión de entregar salud al paciente. El factor que diferencia a la ciencia pura de la medicina puede resumirse en las palabras de Claude Bernard, quien manifestó “no hay enfermedades, sino enfermos”, donde la enfermedad constituiría al campo de acción de la ciencia, y el enfermo el campo de acción del médico.

  Otro aspecto que aleja a la ciencia de la medicina es el hecho que la primera plantea procedimientos que entregarán resultados prácticamente iguales, donde se realicen (parafraseando a González), clara muestra de ellos es la sección materiales y métodos de un artículo científico, donde se detalla en profundidad cómo se llevo a cabo tal prueba, que tipo de tinción y técnica estadística su utilizó para cuantificar datos. Mientras que el médico no puede esperar iguales resultados para un mismo tratamiento aplicado a un paciente que, por ejemplo, lleve una vida sana y siga al pie de la letra las indicaciones, versus otro cuyos hábitos de salud dejen bastante que desear. Un claro ejemplo de que la medicina no es igual en todas las latitudes, lo entrega el artículo “Que la ciencia no es medicina” donde se menciona que un estudio indicó que “un médico alemán bien entrenado lee un electrocardiograma y lo reporta como indicativo de “insuficiencia cardíaca”, cuando su homólogo francés, inglés o americano leen el mismo trazado como “normal””, entre otros ejemplos bastante interesantes. Sin ir más lejos, podemos analizar situaciones acaecidas en nuestro país, donde ante un mismo hecho, dos médicos pueden plantear diferentes formas de actuar – lo que rara vez ocurre con la ciencia, o si ocurre, es porque ambos caminos han demostrado llegar al mismo resultado­– un claro ejemplo es el control de la natalidad, donde un médico con cierta ideología puede recomendar la abstinencia en períodos fértiles, y otro que posea un visión diferente puede opinar que el mejor mecanismo es el preservativo o los anticonceptivos. La ciencia de da cabida a juicios valóricos.

En tanto, la medicina como arte, y entendiendo a este como “virtud, disposición y habilidad para hacer algo” parecen estar un tanto más ligadas, mas no en su totalidad. Si consideramos lo señalado anteriormente, con respecto a la decisión de un profesional sobre determinados síntomas, entra en juego este componente, ya que el médico, debe saber llevar a flote y a la acción la gran batería de información que reside en su memoria, debe poseer la virtud de detectar oportuna y correctamente los síntomas de quien se ha puesto en sus manos, debe estar dispuesto a entregarlo sin mirar color, tendencia o religión, y claramente debe ser hábil en su cometido. Dichas características las menciona Federico  Marongiu (Marongiu, 2003) como “ojo clínico,  un reconocida cualidad subjetiva. Que no  caer en excesos, sino que debe ser una resultante de tres ingredientes imprescindibles: sólidos conocimientos, larga experiencia y talento personal. Este último rasgo concierne a la subjetividad y es lo que determina que un médico estudioso lo posea y otro, también estudioso y experimentado, lo carezca”.

Para concluir, categorizaría de forma menos pretenciosa a la medicina, hablaría de ella como una disciplina integral, que requiere de la rigurosidad de la ciencia, trabajar recíprocamente con ella, pero que su vez debe caminar de la mano con el arte, no sólo de aliviar, también de aplicar todo el conocimiento del que posea,

Con respecto al médico, se puede decir que es mucho más que el simple individuo que lleva a cabo la medicina. En primer lugar, para denominarse como tal, debe poseer la capacidad para desempeñarse dentro del rubro, tanto intelectuales como éticas, debido a que su objeto de trabajo es un ser viviente pensante, sensible y ligado a una familia y un entorno, el cuál muchas veces puede ser dependiente de él.

Hasta hace un tiempo el médico era visto como un ser autoritario, incluso superior, al cual no podía cuestionársele sus decisiones, el que tenía toda razón sobre su área de desempeño, tal imagen no persiste en el mundo de hoy, herramientas como la computación e internet, han democratizado el conocimiento, permitiendo acceder a él en prácticamente desde cualquier lugar, y por ende, poner en tela de juicio las decisiones médicas. Dicha situación ha sido llevada a la pantalla chica, en la popular serie estadounidense House M.D. donde un paciente “geek[3]” cuestiona todos los diagnósticos que el protagonista determinaba, llegando al extremo de publicar su caso en la red para que médicos de diferentes lugares compitieran por el diagnóstico correcto. Fuera de la ficción, el médico, si bien es cierto ha perdido esa imagen totalitaria, continúa siendo el guía de su paciente, continua siendo en quien se deposita la confianza, y un valor tan importante como la vida de un ser querido. Lo anterior plantea una tarea importantísima para los médicos, que consiste en estar siempre a la vanguardia en cuanto a conocimiento clínico y técnicas quirúrgicas, según corresponda. El espacio que se permite para equivocaciones es mínimo. La sociedad le exige una preparación exhaustiva, hecho que podría pensarse como actual, pero no, ya en escritos atribuidos a Esculapio (¿Quieres ser médico, hijo mío?), como se consigna en un documento del Dr.Balmaceda,  se da cuenta de las exigencias que se le imponen al ejercer esta profesión, además del sacrificio que propone, esto se puede vislumbrar en las siguientes palabras: “Aspiración es esta de un alma generosa, de un espíritu ávido de ciencia”…    “tu puerta quedará siempre abierta a todos; vendrán a turbar tu sueño, tus placeres, tu meditación; ya no te pertenecerás”… … “Los pobres, acostumbrados a padecer, no te llamarán sino en caso de urgencia; pero los ricos te tratarán como a un esclavo encargado de remediar sus excesos”… (Balmaceda). En otras palabras, quien pretenda, o bien, ejerza la medicina debe ser en demasía disciplinado, “debe tener como objetivo principal el dar al enfermo la mejor atención que los recursos y circunstancias pueden ofrecer para ello” (García). Además, no debe olvidarse que también la humildad es un aspecto muy importante y primordial para alcanzar el bienestar de su paciente. Si un profesional es obstinado y no reconoce que sus conocimientos no le permiten resolver la problemática que se le presenta, comete una grave falta,  por el simple hecho que es posible poner en riesgo innecesariamente la integridad de quien es el receptor de sus decisiones. En tal caso tiene el deber de recurrir a alguien más capacitado, y como se ha mencionado, aprender de esas experiencias para poder en un futuro entregar un buen servicio.


La rigurosidad que debe poseer el galeno ya se plasmaba en el Juramento Hipocrático, documento que normaba la conducta del que practicaba la medicina en Grecia: “Llevaré adelante ese régimen, el cual de acuerdo con mi poder y discernimiento será en beneficio de los enfermos y les apartará del perjuicio y el terror” (ColegioMédico.cl)

Finalmente, con respecto a las características que debe poseer el médico, también podemos mencionar que debe estar preparado para entregar sus servicios en las condiciones que se encuentre, ya sea en una localidad apartada de la civilización, donde deba prescindir de elementos a los que normalmente recurre, o bien, en algún centro médico que posea alta tecnología; de igual modo, deberá estar preparado para acudir en ayuda de quien necesite, sin importar tendencias de ningún tipo, en momentos de clara necesidad, como un desastre natural, entre otro.

En último lugar y a modo de conclusión, el médico tiene una doble labor, “entender la enfermedad y entender al enfermo”. Debe poseer una variada serie de valores y características que le permitan ir siempre en beneficio de su paciente, debe ejercer la medicina como un arte, beneficiándose de las bondades que le otorga la ciencia, con un marcado sentido humanista. Hay un par de citas que considero deberían mover al hombre en el estudio y ejercicio de la profesión, y que además son estremecedoras del alma. Palabras del médico suizo, Kurt Pollak, en su libro La Medicina  “No aconsejes a nadie que se haga médico. Si, no obstante, él quiere serlo, hazle insistentes e incisivas advertencias..., pero cuando él se empeñe a pesar de todo..., dale tu bendición pues por poco que valga la necesitará" (EnColombia); “No sólo hay que ser un buen médico, sino también un médico bueno”.


[1] Real Academia Española de la Lengua
[2] Food and Drug Administration
[3] persona fascinada por la tecnología y la informática.

Bibliografía

Balmaceda, D. (s.f.). Finlay-online. Recuperado el 3 de Octubre de 2010, de http://www.finlay-online.com/albarranschoolofmedicine/consejos.htm

ColegioMédico.cl. (s.f.). Recuperado el 3 de Octubre de 2010, de Juramento Hipocrático: http://www.colegiomedico.cl/Default.aspx?tabid=149

EnColombia. (s.f.). EnColombia. Recuperado el 03 de Octubre de 2010, de Cómo debiera ser el médico: http://www.encolombia.com/etica-medica-capitulo-III.htm#Qu

García, L. (s.f.). Reflexiones sobre la profesión de médico. Recuperado el 03 de Octubre de 2010, de Uaemex: http://www.uaemex.mx/fmedicina/docs/2_REFLEXIONES_SOBRE_LA_PROFESION_DE_MEDICO.pdf

González Crussí, F. (Febrero de 2010). Letras Libres. Recuperado el 03 de Octubre de 2010, de http://www.letraslibres.com/index.php?art=14403

Marongiu, F. (Abril de 2003). Smiba. Recuperado el 3 de Octubre de 2010, de http://www.smiba.org.ar/med_interna/vol_04/04_02_01.htm

Publicado por:
       Alan Vigones Araneda
   Estudiante 1º Año Medicina
        Escuela de Medicina
         Universidad Mayor
          Santiago de Chile

1 comentario:

Seba Piña dijo...

Felicitaciones!, esta excelente el blog.